EL CLIMA

lunes, 17 de julio de 2017

LUNES INTERESANTE

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El nombre completo de las medias sería el de medias calzas pues las antiguas calzas cubrían desde la cintura hasta los pies, y las medias solamente la mitad que las calzas.

La misma raíz calc- está presente en calceus, nombre latino de la prenda de vestir que se ajustaba al pie y que, dado que los romanos no usaban calcetines, era el zapato; éste es el origen de palabras tan frecuentes como calzado, calzar, calzador y descalzar. Cuando los romanos adoptaron de los pueblos germánicos el uso de las medias, las denominaron con un derivado de calceus: calcea (calzas). Durante la Edad Media, las calzas se fueron llevando cada vez más largas, hasta cubrir desde los pies hasta la cintura. Hasta el siglo XV sólo los hombres usaban calzas; las mujeres al llevar vestidos, utilizaban el zapato con la pierna y los pies descubiertos.

Cuando, en el siglo XVI, esta prenda se dividió en dos partes, la superior, que cubría el abdomen y parte de los muslos, fue introducida en la vestimenta femenina; recibió en castellano el nombre de calzas o calzones


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El círculo ártico delimita el extremo sur del día polar del solsticio de verano y la noche polar del solsticio de invierno.

Dentro del círculo ártico, en el día del solsticio de verano el Sol no se pone durante las 24 horas. En el solsticio de invierno el Sol no sale durante las 24 horas.


De hecho, debido a la refracción atmosférica y porque el sol aparece como un disco (de unos 16' de semidiámetro) y no como un punto, en la noche del solsticio de verano, alrededor de la medianoche, el sol aún puede verse a unos 50' (90 km) al sur del círculo polar ártico geométrico. De forma similar, en el día del solsticio de invierno se puede ver parte del sol a unos 50' al norte del círculo polar ártico geométrico. Esto ocurre así al nivel del mar; los límites se incrementan con la elevación, por encima de esa altura.

Las calzas, que en su origen no eran fabricaban por los sastres sino por los zapateros, a partir del Renacimiento se encuentran como prenda de vestir masculina o gran calzón que cubría desde la cintura hasta los pies, es decir, incluidos los pies.​ ​ En un principio, aparecen como una prenda similar a una media corta o calcetín de montaña largo que se sujeta por encima de la rodilla con tiras entrecruzadas, pero que al acortarse las prendas de vestir (como la “saya masculina” medieval, el sayo y el sayal),​ ​ por influencia de las modas cortesanas, las calzas suben hasta la horcajadura, y a partir del siglo xiv hasta la cintura (calzas enteras),​ ​ llegando a convertirse en un «verdadero calzón cerrado».​ ​ Otro de los precedentes más antiguos eran las calzas redondas o con cola («acabadas en punta a un lado») que Boucher describe como dos piezas separadas; no así las calzas con trabillas o «de fondo plano», que se sujetaban por debajo del pie con una simple tira. También explica que las calzas con pies podían disponer de una suela incluida, lo que confirma su manufactura por zapateros antes que por sastres.​ ​ Antes de que las calzas llegaran hasta la cintura se sujetaban al jubón con un juego de cordones con herretes o «agujetas», que pasaban por unos ojales

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Independientemente de cuál sea la definición que se le dé a la palabra mito o leyenda, puede entenderse que con ella se designa a una serie de antiguos relatos referidos a los héroes e incluso a los dioses, de los que se narran hazañas espectaculares, y en los que el imaginario colectivo posterior de un pueblo ha creado un conjunto de símbolos culturales. La literatura griega está plagada, desde sus más remotos orígenes homéricos, de personajes y sagas míticas locales; así, suele hablarse del ciclo troyano (en torno al cual se agrupan los principales héroes y familias que participaron en la expedición de la Guerra de Troya: Agamenón, Menelao, Electra, Orestes) y del ciclo tebano (en el que aparecen las figuras de Edipo, Antígona, Eteocles y Polinices, los dioses Dioniso y Zeus y el héroe local Heracles, entre otros).


No obstante, la postura que han mantenido ante el mito los diversos autores de tragedias dista mucho de ser homogénea. En una progresiva evolución, se observa cómo al principio Esquilo se muestra respetuoso y crédulo ante el mito y la religiosidad tradicional, mientras que no muchos años más tarde Eurípides asumirá una crítica revisionista de los personajes míticos y de las antiguas creencias religiosas

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El sentido (de la forma: Y H V H; el Tetragrámaton; es decir, palabra compuesta de cuatro letras) del nombre Yahveh ha sido interpretado de formas muy diversas; y hasta se discute su origen cultural. No obstante, esta deidad (asociada también como Elohim), según la Biblia, indicó que sería llamada Yahveh, y lo hizo de dos maneras: primero de un modo indirecto, al aparecer 6.828 veces la grafía (YHVH)​ ​ en el antiguo testamento; y segundo, de manera más explícita, por ejemplo, en el relato del libro del Génesis. Aun así, para el tiempo en que el pueblo judío fue exiliado de esclavo a Babilonia, parece ser,​ ​ que ya estaba prohibido pronunciar su nombre en público​ ​ (excepto por la clase sacerdotal en privado ​ y los saludos que contenían este nombre​ ​), ya que era sagrado; por lo que fue creada esta interpretación: Formada por las cuatro consonantes hebreas: —Y (iod), H (hei), V (vav) y H (hei)— que se la denomina también Tetragrámaton.

Aparentemente la combinación de esas cuatro letras o tetragrama (que además es una conjugación de un verbo en hebreo) permitía evadir el problema de cómo leerlo correctamente (para no confundirlo con su raíz verbal hayah o hawah).

La mayoría de los eruditos hacen notar que este verbo hebreo (hayah) no designa una mera existencia sino una presencia viva y activa, y que, por lo tanto, su conjugación, es decir, el Tetragrámaton significa:


“Yo existiré por mí mismo” o “Yo soy el que existe por sí mismo”.

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